Tu propia aventura
Las velas tardaron en prenderse bajo la luz de la luna. El viento norte azotaba las tiendas y los manteles flotaban al ras del suelo. La velada se veía perfecta a la distancia, cada detalle en su lugar creando una composición sublime. Una cena digna de Versailles en el centro de la sabana africana, los sonidos de la noche creando una atmósfera de seducción y magia, Hemingway dando rienda suelta a sus dotes de conquistador, ella dejándose embriagar, elegantemente.
Me habían contratado para eso, para crear momentos inolvidables, y dado el éxito de las aventuras taurinas y la adrenalina en San Fermín, Hemingway me tomó como su creador exclusivo, él fanático de sucesos que lo llevaran al extremo, deseoso de vivencias imborrables, únicas. La proximidad de la cornamenta de uno de los toros en Madrid casi lo arruina todo y sin embargo, mi buena estrella guió el filo al desconocido parado junto a él y así, su relato se convirtió en el éxtasis revivido por cientos de lectores alrededor del mundo. La cercanía del peligro, él diría de la muerte misma, lo llevaría a querer reflotar sensaciones perdidas en su juventud, ahora recuerdos que lo llenaban de la agonía que los años habían traído a su vida. Conmigo todo el pesar y la angustia desaparecieron, dando lugar a la lujuria, al encanto de esperar el mañana expectante ante nuevas posibilidades de reconstruir su viejo yo, puro deseo.

Cuando obtenga la fotografía con el rey de la selva, su ardor por África se esfumará y una nueva pasión absorberá cada centímetro de su ser. creí escucharlo hablar de Cuba. Esta vez será la pesca y habrá que proveerlo de una rica variedad de peces que juntos igualen su apetito de conquista insaciable. Una cabaña será su hogar, deseoso de vivir como un paisano, la lujuria dará paso a la humildad, a la escasez, a lo mínimo, lo indispensable. Abrazará las ideas de la isla y su vestimenta lo reflejará, así como su embarcación, un bote con la pintura descascarada, un par de agujeros y un fondo casi traslúcido. Ella desaparecerá, no la necesitará como testigo de su valentía. La soledad abarcará cada uno de sus días y el sonido de las olas será el perfecto compañero en las horas de espera, taciturno y alejado de los flashes, la cámara en una valija embarcada a Nueva York.
Ya amanece y la pared izquierda de la tienda enmarca su silueta, sus pasos, ecos en la tierra seca. Hoy es el día. La fotografía con el león llevará varias tomas hasta conseguir la adecuada y así, mi tarea en África terminará. Pronto volaremos a otro sitio y mis habilidades serán puestas a prueba nuevamente. "Momentos inolvidables", eso es lo que creo, una realidad nueva, donde el cobarde se vuelve valiente y el desesperado conquistador, donde los sueños se materializan y las atmósferas se recrean, construyendo escenarios idílicos, sublimes; la perfección.
mail: ana.ovejero@gmail.com
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Ana Ovejero
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