Tuesday, August 22, 2017

Sin luz (relato propio)


Sin luz

La tormenta arreciaba y el abuelo, subido a la enclenque escalera, intentaba desagotar la canaleta. Así lo veíamos con mi hermana, un acróbata de circo empapado, su sudor y las gotas entremezclándose, nublándole la vista.

'Vengan chicas. Dejen. Cada loco con su tema.' dijo la abuela entre suspiros. 

Los gritos del abuelo se escuchaban desde la cocina, 'Llové nomás, llové.  ¿ Qué te pensas? ¿Qué me vas a ganar?

'Alcanzame el farol. Sí, así, despacito. Ponelo ene el centro de la mesa. Vení Marga, sentante al lado de Juanita.'

La abuela nos inició en los juegos de cartas. Ya habíamos terminado con todas las ventanas de la casa, ahora llenas de caritas sonrientes hechas de vapor y aburrimiento.

'La más valiosa es el siete de oro. Hay que hacer tríos del mismo número, por ejemplo tres cincos, o del mismo palo, por ejemplo el siete, el ocho y el nueve de basto.

La abuela mezclaba el mazo con una habilidad de experto, su niñez sin electricidad saliendo a relucir por cada poro de su piel.

'Seguí nomás, seguí. No te des por vencido, ni aún vencido, no te sientas esclavo, ni aún esclavo, trémulo de pavor, piénsate bravo y arremete feroz, ya mal herido'gritaba el abuelo al viento. La abuela revoleaba los ojos y nosotras nos reíamos bajito.

'Lo mejor es armar chinchón. Todos los números seguiditos.'

La abuela daba las cartas y nosotras no sabíamos que hacer con tantas. ¿ Cómo hacía para tenerlas todas en una mano, como el abanico de una coqueta dama antigua? Cada vez que la abuela cortaba, yo contaba con los dedos todos los puntos que se me iban acumulando.  ! Y eso que lo primero que hacía are sacarme de encima el rey!


'Ten el tesón del clavo enmohecido que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo, no la cobarde intrepidez del pavo que amaina su plumaje al primer ruido.'

La luz del farol alargaba las sombras al infinito y, cuando Juani quiso ir al baño, le pidió a la abuela que la acompañara. Ella puso una vela en la boca de una botella verde de vidrio y, con su bastón, esperó junto a la puerta como un soldado, aunque la abuela estuviera ya encorvadita. '!Qué chiquita está mamá!' decía mi mamá y, sin embargo, yo la veía como un gigante, siempre con pañuelito al cuello.

'Procede como Dios que nunca llora, o como Lucifer, que nunca reza, o como robledal cuya grandeza necesita del agua y no la implora...'

La abuela contaba que conoció al abuelo en un baile. Su mamá tenía una mirada de acero y el abuelo fue el único valiente que se animó a acercarse y preguntar si la abuela podía bailar con él. Ella dice que la abatató con frases elegantes, su perfume abordándola, sus ojos celestes avasallantes.

'Que muerda y vocifere vengadora, ya rodando en el polvo, tu cabeza!'

La abuela ganó tres manos, Juani dos y yo una, aunque tengo la sospecha de que nos dejó ganar, de lo buena que es, nomás.

Para cuando el abuelo terminó, ya no llovía más y solo se oía el croar de los sapos saliendo se sus casa inundadas. 'Tomá papá, tomá.'le dijo la abuela, alcanzándole un mate calentito.

Y mientras se cambiaba, el abuelo recitaba, ' dime, ramo verde, dónde vas a dar, porque si te pierdes, yo te iré a buscar,'sus ojos celestes sonriéndoles a la abuela, pícaros.

Ana Ovejero

mail: ana.ovejero@gmail.com
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